Cuentos



Nochero, Loreto Jara.

Lo único que le encanta de su trabajo es que cada
mañana siente que mientras todos van, él viene
de vuelta.


Amor de Chileno,  Carlos Araya.

“Papá”, pregunta Camilo, “¿cómo aman los chilenos?”.
“¿A qué te refieres, hijo?”. El niño vuelve a abrir el
diario, busca con esmero los avisos clasificados,
apunta algo con el dedo y lee despacito: “Me llamo
Ámbar. Piel tersa, menudita y cariñosa. Tengo un
departamento propio en Metro Santa Lucía con
Católica, vereda sur. Acabo de llegar a tu país. Llama
y enséñame cómo aman los chilenos”.


Sello, Rodrigo Yanzon.

Primero fuimos al vertedero, posteriormente al Instituto
Médico Legal, para terminar en la Posta Central.
Sin dudas, ella era la indicada. Nadie en su sano
juicio acepta ir a esos lugares como primera cita.


Puente del Arzobispo, Eliana Castillo.

He pasado el Puente del Arzobispo por más de seis
décadas, esperando que en algún momento el viento
se acuerde de levantarme la falda.


Vecinos, Natacha Valenzuela.

El hombre y la mujer se miraron sin saludarse cuando
se encontraron frente a un semáforo en rojo a las ocho
de la mañana. Él sabía que ella se había levantado
a las siete, había desayunado sola y se había dado
una larga ducha. Ella sabía que él había dormido
acompañado, se había acostado tarde y en la mañana
había seguido su rutina de ejercicios para mantener
los pectorales. El semáforo cambió a verde y los dos
cruzaron la calle, con sus hombros casi rozándose,
cada uno pensando por separado que quizás era un
buen día para comprar cortinas.


Mi Increible Papá, Diego Guzmán.

Vivo con mi papá en un pequeño departamento de
Portugal con Avenida Matta. Trabaja todo el día y llega
tarde a casa. Siempre anda con ojeras, pero sonríe
cada vez que me ve. Me mete a la cama y se queda a
mi lado contándome cuentos hasta que me duermo.
Una noche fingí dormir y me levanté para ver qué
hacía. Lo descubrí poniéndose su traje especial. Una
peluca y maquillaje protegían su identidad secreta y
en una cartera llevaba sus aparatos y artefactos. Así,
enfundado en mallas, salía todas las noches. Mi papá
es un superhéroe.